Isabel Rivera Molina, de 78 años, era propietaria del departamento de la calle José del Hierro 51, en la Ciudad Lineal, en Madrid. Vivía en soledad en aquel apartamento. Recibía llamados, pero no respondía y claro: estaba muerta, por lo menos desde septiembre 2004, de acuerdo a las pericias preliminares de la Policía Nacional.
Los vecinos llevaban años pidiendo a las autoridades que intervinieran porque sospechaban que algo mal estaba ocurriendo con Rivera Molina. Sin embargo, nunca se acercaron a la propiedad.
El martes una patrulla aparcó en la calle José del Hierro. Lo hizo porque sus familiares también se preocuparon y decían que la extrañaban y que hacía mucho que no tenía noticias de ella. Que además tenía 78 años ya y que algo malo podría haberle pasado. Así las cosas, los agentes llamaron a la puerta, pero no recibieron respuesta. Acto seguido, percibieron que estaba cerrada con la llave aún colocada desde su interior.
Finalmente, se comunicaron con la fuerza de bomberos quienes acudieron al lugar. Colocaron su escalera de emergencia sobre el balcón de la vivienda y deslizaron una ventana que estaba semiabierta. Ingresaron. Todo estaba en perfectas condiciones. Hasta que fueron al baño, donde encontraron al cuerpo momificado de una mujer: era Isabel. El cuerpo logró no descomponerse gracias a la humedad del ambiente y a que una rendija de ventilación permitió completar el proceso de conservación del cadáver de manera natural.
El caso está siendo investigado en un principio como muerte por causa natural. Lo que llamó la atención de los policías es la cantidad de años que pasaron sin que nadie se preguntara -sobre todo familiares- sobre el destino y la suerte de la mujer. También podría convertirse en un dolor de cabeza para las autoridades quienes desoyeron durante años los reclamos de los vecinos de Rivera Molina.